domingo, 10 de febrero de 2013

HISTORIA DE PEPE, SU VECINO HUGO Y EL EDIFICIO SUDAMERICA


Esta es la breve historia de un personaje a quien llamaremos “Pepe”, así a secas, pues no quiero dejarlo en evidencia.
“Pepe” vivía en el más pequeño departamento de un edificio en una calle cualquiera, digamos que esa calle se llamaba “Sudamérica”.
A “Pepe” las cosas no le iban muy bien. Su departamento estaba cada vez en peores condiciones y si bien la mitad de su familia lo respaldaba, la otra ...mitad le marcaba sus errores y le reclamaba, entre otras cosas, que se pusiera a trabajar.
Lejos de hacer eso, “Pepe” respondía a esos reclamos con insultos y el poco dinero que había en la casa, lo repartía entre la parte de la familia que lo apoyaba. De donde sacaba ese dinero “Pepe”? Pues en buena parte se lo sacaba a la parte de la familia que no lo apoyaba. Es de imaginarse el disgusto de éstos, que cuando regresaban de sus trabajos con el sobre de la quincena, debían darle una buena parte a “Pepe” para que se lo diera a algunos familiares que no trabajaban.
Para peor de males, “Pepe” salía a la calle e incluso visitaba a sus vecinos, desalineado, sin peinarse, con los zapatos sin lustrar, hecho un adefesio. La parte de la familia que no lo apoyaba se avergonzaba de eso. Sin embargo, la otra parte lo veía como algo muy simpático.
Se supo además que “Pepe” tuvo un affaire con una vecina, una viuda del departamento de al lado. Sin embargo esta vecina solo se reía de él. Mucho tardó en darse cuenta y si lo hizo fue a raíz de que una cañería que pasaba entre ambos departamentos se obstruyó y “Pepe” debió hacerse cargo el solito del servicio de Sanitaria. Bueno, no tan solito, “Pepe” lo pagó con el dinero de la parte de la Familia que no lo apoyaba.
Un buen día, a uno de los departamentos de más arriba, se mudó un nuevo vecino, al que llamaremos … ¿Cómo? … ¿a ver? … Ya sé … pongámos que se llamaba Hugo.
“Pepe” enseguida se hizo amigo de “Hugo”, así como casi todos los demás copropietarios del edificio de la calle Sudamérica.
“Hugo” resultó ser un muy buen vecino, para “Pepe”, pues en seguida comenzó a darle regalos y a prestarle dinero cada vez que a “Pepe” se le antojaba algo. “Hugo” jamás le puso condiciones, o al menos eso siempre dijo “Pepe” y nunca le reclamó que le devolviera un solo peso. Es que “Hugo” era dueño de una estación de servicio y eso de le dejaba bastante dinero.
Sin embargo, entre vecinos hay cosas que son inocultables, y al poco tiempo todos en el edificio de la calle “Sudamérica” sabían que si bien “Hugo” era muy generoso con sus vecinos, una enorme parte de su propia familia pasaba necesidades que bien podrían haber sido pagadas con el dinero que él regalaba a tontas y a locas … o mejor dicho a “vivos” y “holgazanes”.
En el departamento de más arriba del edificio de la calle “Sudamérica” faltaban recursos para la salud, la educación, la generación eléctrica y para otras cosas. “Hugo” reprimía las quejas de su familia obligándolos a callarse y a reafirmarlo una y cuatro veces como líder del hogar.
“Hugo” contaba con el apoyo de todos los vecinos quienes lo admiraban, agradecían y veneraban.
Cada uno de los padres de familia quería ser como “Hugo” y en especial “Pepe” se la pasaba repitiendo “Hugo es un gran amigo”.
“Pepe” sabía que la familia de “Hugo” pasaba necesidades, y sabía también que su vecino era un violento que aplicaba “violencia intrafamiliar” cuando algún integrante de su familia se revelaba ante sus injusticias y su despilfarro. Sin embargo “Pepe” seguía aceptando los dineros de su vecino, sin el menor signo de arrepentimiento. Y hasta cuando “Hugo” se enfermó, el salió corriendo a ofrecerse a cuidarlo, preocupado por lo que sucedería ahora si su vecino llegaba a faltar. Posiblemente, si alguno de sus familiares en desacuerdo con el proceder de “Hugo” pasaba a ser Jefe de Familia, aquel reclamaría a sus vecinos y entre ellos a “Pepe” que le devolviera en corto plazo lo que su antecesor les había dado tan generosamente.
A “Pepe” le temblaban las piernas de solo pensarlo. Al igual que a todos los vecinos que aceptaban sin prejuicio de clase alguna las generosas “donaciones” del vecino del departamento de más arriba del edificio de la calle “Sudamérica”.
Lo que nunca pensaron estos vecinos es que lo que hasta ahora habían hecho era, en definitiva, una inmoralidad, así como que algún día llegaría el momento de tener que regresar lo recibido.
¡Por favor!, ni pensarlo resultó bueno. Y presas del pánico hasta una misa decidió dar “Pepe” por su amigo “Hugo”. Pero nadie crea que fue por amistad, amor, o fe. “Pepe” ni siquiera creía en Dios. Pero a la hora de tener que hacer frente a lo impensado, no hay que dejar puerta sin golpear. “Válgame Dios”.
Esta historia aún no concluye. Veremos cómo sigue la trama. Eso sí, les recuerdo a todos que los nombres de los protagonistas de esta historia han sido cambiados. Cualquier similitud con personas de la vida real es pura coincidencia.

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