jueves, 23 de junio de 2011

15 DÍAS EN MONTEVIDEO - CAPITULO 4 - NOCHE DEL SEGUNDO DÍA, CASI MADRUGADA DEL TERCERO. . . INTENTO RECUPERAR EL AUTO


Ya se escuha silencio, o mejor dicho, no se escuha nada. Ya es de noche. Los "Heladera Boys" no vinieron por mí...mi familia reclama que deje el baño libre...me animo...y salgo.
Ya no tengo mi Black Berry, ni mi MP3, ni mi reloj, ni mis tennis (porque ya no les digo "championes" ¿viste?). Pero tampoco tengo mi licencia mexicana, y tampoco mi auto!!. Esta última pérdida ya es demasiado grande como para dejarla pasar...por lo tanto decido iniciar la intrépida tarea de recuperarlo. Son las dos de la mañana, bajo, me encuentro con Carlos, el portero, que al verme bajar a esa hora se asusta
-¿Pasa algo vecino? - me pregunta con ojos saltones, cara de susto y con un ligero temblor de manos reflejado en las hojas de la novelita de guerra que sostiene con ellas. --
- No Carlos...por suerte está todo bien - , le contesto, tras lo cual le comento lo que me había pasado con el auto.
Veo cómo sus ojos le brillan y que trata disimular una sonrisa.
- Qué disparate...los nervios que habrá pasado" me dice al fin, pero en verdad me suena a "Jodete por boludo".
Le comento entonces que voy a salir y a caminar las tres cuadras que recorrí anteriormente, ahora para reencontrarme con mi auto y así poder traérmelo a casa.
- Y va a salir a esta hora...y a pié? me inquiere con rostro desencajado.
- Y sí Carlos...son solo tres cuadras" le digo sonriendo como con un dejo de resignación.
- Y va a querer que le abra la puerta? - veo el miedo en sus ojos.
- No Carlos, pienso teletransportarme desde aquí...apártese no sea cosa que me lo traiga a usted también.
Carlos se queda mirándome con los ojos aún más salientes y la boca entreabierta, esperando que haga algo, finalmente se da cuenta de que mi comentario era una ironía y se sonríe a la vez que menea la cabeza. Leo su pensamiento "tengo que hacer como que me hace gracia esa boludez, si no sos capaz de reclamarle al Presidente del Condominio, botón!!"  
- Bueno vecino, yo le abro y usted sale rapidito, así cierro enseguida ¿ta?
Me doy cuenta que esto va a ser una especie de escape de Alcatraz, con un guardia cómplice que no quiere meterse en problemas.
Nos miramos, Carlos sostiene con su mano izquierda el picaporte de la puerta de acceso al edificio y con la derecha la llave. Nuestros ojos combinan el momento exacto para la salida. "Uno ... dos ... trés!!!!" Carlos abre cual rayo y cual lo mismo me empuja para afuera. En pocos segundos Carlos está dentro con la puerta cerrada, mirándome a través del vidrio y yo estoy fuera, cagándome de frío y muerto de agradecimiento por la solidaridad y valor de mi portero.
Comienzo a caminar rumbo a mi auto abandonado, los ruidos de la noche son sordos, fríos, misteriosos (donde leí eso?) . . . Veo algunas sombras moverse, alejadas, "Gatos" pienso yo . . . pero debería haberme percatado que los gatos no suele caminar en dos patas y con gorra negra de lana en la cabeza. Llego al auto al que encuentro casi igual que como lo dejé...solo que le faltan las cuatro tazas, los dos espejos de afuera, tiene un vidrio roto, y donde estaba la radio hay un agujero desparejo lleno de cables sueltos. "Menos mal que está todo casi bien" pienso en una evidente muestra de aclimatamiento a la realidad nacional.
Trato de subir para encenderlo y volverme a casa, cuando de repente siento una voz detrás de mí...sí...el "gato" de dos patas y gorra de lana negra. "Largá la llave dogor!!!" me dice el "felino". Me doy vuelta, y me encuentro con un morochazo teñido de rubio que me apunta con un "algo" (nunca supe de armas). Pienso en algún momento en tratar de razonar con él, contarle mis vicisitudes, tratar de enternecerlo, darle un poco de amor...ese amor que sus padres le negaron...traerlo por el camino del bien, redimirlo...hacerlo arrepentirse... al fin y al cabo hay que darles una oportuidad, como dice Daisy, pero cuando veo que no está solo, que habían cuatro más y que  de sus ojos inimputables (el mayor parece tener 16 años) despedían odio a llamaradas, opto por entregar las llaves a la vez que heroicamente disimulo el humedecimiento repentino e incontrolable de mis pantalones.
Tras ver cómo se aleja mi auto cargado de los cinco muchachitos (tendrán licencia de conducir?), me dirijo nuevamente a mi edificio, cuando estoy por llegar otros dos "menores faltos de consejos" se aproximan a mí . . . "¿Saldrán tan tarde de estudiar?...¿estarán acaso de exámenes?" pienso . . . pero cuando veo que en sus manos no traen libros, ni cuadernos y ni siquiera la ceibalita, comprendo que sus intenciones no son santas, sobre todo por la piña americana en la mano de uno y la 22 en la mano del otro. Tomando en cuenta que he realizado buen ejercicio en los dos días anteriores, decido entonces comenzar a correr rumbo al edificio...seguro al llegar, Carlos me abrirá la puerta y ahuyentará a los descarriados. Son solo dos cuadras y media!!!...."Pero cómo corren estos hijos de p...!!!" Y hasta se ríen mientras yo casi no puedo respirar!!!". Llego al edificio, paso corriendo frente a la puerta mientras doy una señal en clave: "Abrime Carloooos!!!"...los dos descarriaditos pasan de inmediato frente a la puerta corriendo tras de mi. Hago un giro inesperado para volver hacia la puerta que, seguramente Carlos tendrá abierta y podré ingresar raudo al Edificio. Sin embargo al llegar, observo que Carlos está parapetado detrás del sillón del recibidor y su cabeza se asoma solo de la nariz hacia arriba. "Abrime Carajooooooooo!!!!" grito en la segunda pasada . . . los descarriaditos pasan una vez más. Pego otro giro y rumbeo de nuevo para la puerta . . . veo que Carlos me hace una seña de "NO" con el dedo índice derecho. "La Puta que te Parió Carlooooooos!!" grito mientras paso nuevamente..."Quedate en el molde Carlos!!" grita uno de los descarriaditos cuando les toca su turno de pasar frente a la puerta. Al parecer Carlos se ofende por mi puteada y apaga la luz del Pallier. Tomo entonces, una vez más, una decisión de valiente desprendimiento...arrojo mi billetera...veo como los descarriaditos se quedan juntando su botín. Sigo corriendo . . . ahora rumbo a la comisaría . . . oigo a mis espaldas el grito . . . "Gordo Boludo...por doscientos pesos nos haces correr???" . . .  "Doscientos pesos que no te has ganado trabajando como yo des - ca - rria - di - to", pienso...no lo digo porque el aire ya no me dá.
Llego finalmente a la Comisaría, casi como una hora después, y eso que esa sucrusal  del Imperio Bonomi queda tan solo a siete cuadras de casa. Pero es lo más rápido que pude mover mis pies despues de tanto jaleo.
Sin aliento, babeante, casi cayéndome, y tartamuedeando me enfrento al policía de puerta.
- Para denunciar?
- Pase...póngase en la fila
- Esa de más de 20 personas a las cuatro de la mañana?
- Sí . . . y apúrese que si no le ganan el puesto los que llegan cuando amanece.

1 comentario:

  1. Bueno el relato, me hiciste transpirar y ahora esperar como te tratan en la sucursal de Bonomi ...

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